La pobreza es un problema estructural e histórico presente en nuestro país, aunque en las últimas décadas existe un menor número de personas viviendo en condición de pobreza, esta reducción no ha sido igual para hombres y mujeres. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el 2008, de los 47.2 millones de mexicanos que vivían en condición de pobreza multidimensional, 24.4 millones eran mujeres. Es decir, existía 1.6 millones más de mujeres que de hombres viviendo en condición de pobreza. Para el 2012, se reportó que esta situación había disminuido pero no se ha revertido, pues 14.1 millones de mujeres vivían en condición de pobreza o carencia alimentaria y 13.3 millones de hombres compartían la misma situación. Por lo que, la pobreza continúa afectando más a las mujeres que a los hombres.
El porcentaje de mujeres en pobreza difiere por entidades federativas, grupo étnico y ubicación urbana o rural. El mayor porcentaje corresponde a las mujeres de habla indígena que habitan en zonas rurales y en áreas urbanas de alta marginación.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2015, más de la mitad de la población indígena son mujeres (51.3% vs. 48.7%). El promedio de años de estudio entre mujeres indígenas es de 5.1 años comparado con 6.2 años de los hombres. En población no indígena la diferencia es de 9 años de estudio en mujeres y 9.3 años en hombres. A su vez, el porcentaje de alfabetismo entre mujeres es de 29.2% y de 16.4% hombres, marcadamente diferente al porcentaje reportado para población no indígena (mujeres 6.5% y hombres 4.4%). Además el porcentaje de analfabetismo es especialmente alto en mujeres indígenas adultas (>65 años), en donde prácticamente seis de cada diez mujeres indígenas no sabe leer ni escribir (56.4%), a diferencia de los hombres donde 2 de cada 10 presentan la misma condición (22.5%). La pobreza de las mujeres es una característica más de la inequidad de género en México.
En el ámbito laboral, las actividades referentes al hogar (trabajo doméstico no remunerado) es uno de los aspectos en lo que se observa con mayor claridad la desigualdad en las condiciones de vida de hombres y mujeres, y hace evidente la sobrecarga de trabajo a la que están expuestas las mujeres. Se reporta que en promedio, las mujeres destinan a las actividades del hogar entre diez y veinte horas semanales más que los hombres, y entre ocho y quince horas semanales más al cuidado de otros.
La misma discrepancia en observa en el promedio de tiempo destinado a diversas actividades realizadas para el cuidado de otros como atender a personas sanas menores de 6 años (35 horas vs 6 horas), atender a personas con discapacidad (26 horas vs 7 horas), atender a personas enfermas (26 horas vs 7 horas) y atender a personas mayores de 60 (22 horas vs 6 horas).
La sobrecarga de trabajo es aún mayor para las mujeres en condición de pobreza, lo cual se debe, por un lado a su incapacidad para contratar ayuda doméstica y por otro a una mayor austeridad en las condiciones materiales de la vivienda y sus servicios.
Entre las mujeres que participan en el mercado laboral la sobrecarga de trabajo es aún más notable, ya que deben dividir su tiempo entre las labores extradomésticas y el trabajo doméstico no remunerado, es decir, realizan una doble jornada laboral.
Ampliar y mejorar las oportunidades de las mujeres en todos los espacios de la actividad humana, prioritariamente entre mujeres que viven en condición de pobreza, es una de las herramientas para alcanzar mayor bienestar en nuestra sociedad. México debe ser capaz de garantizar condiciones de equidad de género y mayor vigilancia en población indígena que por su vulnerabilidad las mujeres experimenta mayor inequidades con respecto a su calidad de vida, protección, seguridad y garantía de sus derechos humanos.
Bibliografía
· Encuesta Intercensal 2015. Principales resultados. Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
· Pobreza y género en México: hacia un sistema de indicadores. Información 2008-2012. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Primera edición, noviembre 2014.
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